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Intervention n° 6 de Job
1 Respondió entonces Job, y dijo: 2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, Y me moleréis con palabras? 3 Ya me habéis vituperado diez veces; ¿No os avergonzáis de injuriarme? 4 Aun siendo verdad que yo haya errado, Sobre mí recaería mi error. 5 Pero si vosotros os engrandecéis contra mí, Y contra mí alegáis mi oprobio, 6 Sabed ahora que Dios me ha derribado, Y me ha envuelto en su red. 7 He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído; Daré voces, y no habrá juicio. 8 Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; Y sobre mis veredas puso tinieblas. 9 Me ha despojado de mi gloria, Y quitado la corona de mi cabeza. 10 Me arruinó por todos lados, y perezco; Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado. 11 Hizo arder contra mí su furor, Y me contó para sí entre sus enemigos. 12 Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí, Y acamparon en derredor de mi tienda. 13 Hizo alejar de mí a mis hermanos, Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí. 14 Mis parientes se detuvieron, Y mis conocidos se olvidaron de mí. 15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; Forastero fui yo a sus ojos. 16 Llamé a mi siervo, y no respondió; De mi propia boca le suplicaba. 17 Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer, Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba. 18 Aun los muchachos me menospreciaron; Al levantarme, hablaban contra mí. 19 Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, Y los que yo amaba se volvieron contra mí. 20 Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos, Y he escapado con sólo la piel de mis dientes. 21 °Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! Porque la mano de Dios me ha tocado. 22 ¿Por qué me perseguís como Dios, Y ni aun de mi carne os saciáis? 23 °Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! °Quién diese que se escribiesen en un libro; 24 Que con cincel de hierro y con plomo Fuesen esculpidas en piedra para siempre! 25 Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; 26 Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; 27 Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí. 28 Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos? Ya que la raíz del asunto se halla en mí. 29 Temed vosotros delante de la espada; Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias, Para que sepáis que hay un juicio.