Job 41.20
Reina-Valera

¹ He aquí que la esperanza acerca de él será burlada, Porque aun a su sola vista se desmayarán. Nadie hay tan osado que lo despierte; ¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?
² ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
³ No guardaré silencio sobre sus miembros, Ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.
⁴ ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se acercará a él con su freno doble?
⁵ ¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Las hileras de sus dientes espantan.
⁶ La gloria de su vestido son escudos fuertes, Cerrados entre sí estrechamente.
⁷ El uno se junta con el otro, Que viento no entra entre ellos.
⁸ Pegado está el uno con el otro; Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.
⁹ Con sus estornudos enciende lumbre, Y sus ojos son como los párpados del alba.
¹⁰ De su boca salen hachones de fuego; Centellas de fuego proceden.
¹¹ De sus narices sale humo, Como de una olla o caldero que hierve.
¹² Su aliento enciende los carbones, Y de su boca sale llama.
¹³ En su cerviz está la fuerza, Y delante de él se esparce el desaliento.
¹⁴ Las partes más flojas de su carne están endurecidas; Están en él firmes, y no se mueven.
¹⁵ Su corazón es firme como una piedra, Y fuerte como la muela de abajo.
¹⁶ De su grandeza tienen temor los fuertes, Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.
¹⁷ Cuando alguno lo alcanzare, Ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.
¹⁸ Estima como paja el hierro, Y el bronce como leño podrido.
¹⁹ Saeta no le hace huir; Las piedras de honda le son como paja.
²⁰ Tiene toda arma por hojarasca, Y del blandir de la jabalina se burla.
²¹ Por debajo tiene agudas conchas; Imprime su agudez en el suelo.
²² Hace hervir como una olla el mar profundo, Y lo vuelve como una olla de ungüento.
²³ En pos de sí hace resplandecer la senda, Que parece que el abismo es cano.
²⁴ No hay sobre la tierra quien se le parezca; Animal hecho exento de temor.
²⁵ Menosprecia toda cosa alta; Es rey sobre todos los soberbios.